La salud es nuestro patrimonio más importante; nada tiene, pues, de extraño la alarma generada por la contaminación del lindano, legado maldito de la factoría Inquinosa en Sabiñánigo, que ha supuesto una grave e interminable amenaza. El lindano es un pesticida muy tóxico cuyos residuos de elaboración fueron arrojados de forma incontrolada en el vertedero de Bailín, desde donde se filtran al subsuelo y empozoñan las aguas del Gállego hasta el punto de que su aciago efecto se ha hecho sentir en las proximidades de Zaragoza y obligado al reabastecimiento de agua potable en muchas poblaciones de la ribera. Son ya muchos años de lucha contra la nefasta herencia del lindano, desde las primeras denuncias infructuosas a la implicación de las instituciones y del Gobierno de Aragón, que culminaría en la adopción del proyecto Life Discovered y la realización de un ensayo para analizar la viabilidad práctica de la técnica ISCO (oxidación química in situ) en la depuración del vertedero. Cuatro años después, se han presentado en Zaragoza los resultados de esta experiencia, la cual, por fortuna, arroja unas conclusiones prometedoras. Se trata de un procedimiento pionero que nunca hasta ahora se había llevado a cabo en condiciones al margen del laboratorio, lo que redunda en un gran interés internacional y, en especial, por parte de la Unión Europea, a cuyo cargo se ha financiado la mitad del coste asumiendo el resto el Ejecutivo aragonés. Una vez demostrada la efectividad real del tratamiento, solo queda su aplicación global y a gran escala sobre el terreno. No está, ni mucho menos, todo hecho, pero se intuye el final feliz de un episodio con tintes de catástrofe que ha supuesto una espinosa amenaza ambiental y contra la salud pública, demasiado prolongada en el tiempo.

*Escritora