Ya lo dijo la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría: en abril, mayo y junio, siempre baja el paro. Es cierto que esta vez ha descendido más que nunca porque la Semana Santa ha sido excelente y los servicios han funcionado a la perfección. Junto a ellos, el otro sector en el que baja el paro es la agricultura. Es decir, más que nunca son unos datos muy buenos pero muy estacionales. La temporalidad sigue marcando la pauta y eso es malo porque no afianza contratos para el futuro. Una situación del empleo que se traduce en que haya camareros que cobren 4 y 5 euros la hora o que recepcionistas de hotel tengan un salario de 1.400 euros por 27 noches al mes y reciban 400 euros más en dinero negro. Con esta precarización, que no es de ahora, sino que se está aumentando, el futuro del empleo no es nada halagüeño, pero mirando más a la larga, el futuro de las pensiones está más que en el aire. Si todo sigue como hasta ahora, en este país se está creando una legión de pobres con trabajo. La campaña que han iniciado los sindicatos para acabar con esta tendencia de sueldos bajísimos es totalmente acertada.

Ese es uno de los agujeros negros que tiene el empleo en España, pero no el único. Nada se está haciendo en este país a pesar de tener el paro más alto de todas las regiones de Europa, pero es que tampoco nadie está poniendo remedio al paro juvenil que es ya una característica de nuestra bolsa de empleo. Y todo se desarrolla dentro de una normativa laboral que decían que era excepcional, que muchos querían derogar, pero de la que ya nadie habla. La demoledora reforma laboral del PP sigue vigente y nadie pone una solución ni se mueven hilos para acabar con ella a pesar de que hay mayoría suficiente para ello. Por eso, con tantos agujeros negros, alegrarse de este dato del paro es reírse de muchos.