Que existe una pulsión de cambio político por agotamiento del modelo es evidente, como señalan las sucesivas encuestas de opinión del último año. También lo es la existencia de dos ejes sobre los que puede pivotar este cambio: regeneración de los partidos consolidados o irrupción de nuevas formaciones. La curiosidad por este fenómeno, convertida en fascinación en algunos casos, se evidenció ayer en Zaragoza con la visita del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, invitado por la Asociación de Directivos y Ejecutivos de Aragón (ADEA). El auditorio se llenó hasta la bandera, y las preguntas formuladas al político fueron numerosísimas, variadas y muy intencionadas. Rivera no eludió los asuntos espinosos: trasvase, relaciones con Cataluña... Ni siquiera la bisoñez de su partido en Aragón, aún sin candidatos ni apenas estructura.