Los ministros de Economía y de Finanzas de Alemania y Francia se reunieron recientemente en Berlín en busca de un acuerdo que permita sacar a Europa del atolladero. En resumen, las dos mayores economías de la zona euro tienen puntos de vista distintos sobre cómo salir del estancamiento en que se encuentra la UE. Alemania sostiene que es posible crecer sobre la base de aumentar la competitividad para exportar más y realizar reformas estructurales que minimicen el gasto público, en aras de reducir el déficit. Francia, por su parte, defiende que no puede comprometer una reducción del gasto --50.000 millones ha prometido el primer ministro Valls-- si quienes pueden invertir para dinamizar la economía --los alemanes-- no lo hacen. El debate podría eternizarse, pero perciben que si algo se está agotando es el tiempo. A la propia Alemania ya no le vale con ser un buen alumno de sus propias recetas. Las posiciones aún no son coincidentes --los alemanes lo fían casi todo a la inversión privada y muy poco a la pública--, pero el fantasma de una nueva crisis estimula la imaginación.