La denominada frontera sur de Europa, la del Estrecho de Gibraltar, permanece fuera del foco mediático a causa del impacto cualitativo y cuantitativo del flujo los refugiados en Italia y Grecia. Por el Estrecho se estima que transita el 7% del flujo migratorio hacia Europa, un tráfico que va en aumento año tras año. De la misma forma, la cifra de muertos también crece: 295 muertos en el 2016, según la asociación Pro-Derechos Humanos Andalucía en un informe. En el 2015 las víctimas entre muertos y desaparecidos fueron 195, pior 131 en el 2014.

El drama de los emigrantes norteafricanos y subsaharianos que mayoritariamente forman el grueso de quienes tratan de llegar a España a través del Estrecho es similar al de los refugiados que intentan alcanzar Italia y Grecia, como se simbolizó con el caso de Samuel, el niño congoleño de 4 años al que se conoce como el Aylan español después de que apareciera ahogado en una playa de Cádiz. Las cifras ponen de manifiesto, como denuncian las oenegés, que la política migratoria española y europea no es capaz de gestionar el enorme flujo de gente que huye de conflictos bélicos, pobreza y persecución. También son una llamada para extremar las medidas de auxilio a las miles de personas que se juegan la vida a bordo de precarias embarcaciones. Debe prevalecer un principio de humanidad.

Con la salida de Amado Franco de la presidencia de Ibercaja y su sustitución por otro hombre de la casa y de su absoluta confianza, José Luis Aguirre, la entidad aragonesa revindica su papel cruc¡al en el sistema bancario español y su apuesta por mantener el modelo que le ha permitido superar en solitario el proceloso tránsito de la última década para el conjunto de entidades financieras del país. Culminado el asentamiento de un nuevo equipo directivo, comandado desde hace dos años por Víctor Iglesias, que seguirá como consejero delegado, y de un consejo de administración equilibrado entre miembros de la casa y de fuera, Franco deja el camino bien marcado y el listón muy alto.

De la nueva cabe esperar continuidad y previsibilidad, ahondando en los valores inculcados durante la etapa de Amado Franco. No en vano, Aguirre fue su mano derecha durante mucho tiempo, como Iglesias lo ha sido del propio Aguirre. En su despedida, el presidente saliente dejó expuestos estos principios: huir del cortoplacismo, garantizar la solvencia para ser independiente, exigirse transparencia total con el cliente y comprometerse con los territorios en los que se actúa. Ibercaja tiene ante sí retos complejos; el más importante la salida al mercado de capital sin desatender las necesidades de la fundación y su obra social y cultural. Es esencial para los intereses de Aragón que los supere.