Cuando observamos una obra de arte se produce una ilusión de lecturas diferentes según quién la observe, esto viene condicionado por nuestro bagaje cultural, nuestra disposición y nuestras influencias; es por eso que una obra de arte, a veces, se percibe correctamente o erradamente. Tal es el caso de la escultura dedicada a las víctimas de violencia de género, realizada por el escultor Fernando Clavo Sanz; un memorial que ha suscitado no poca polémica, debido, como hemos vistos estos días, a que la escultura, por sí misma, no transmite lo que la Asociación Somos más desea y entiende que tiene que transmitir. Toda obra artística, por su naturaleza, ha de ser siempre una llamada a la imaginación visual, por lo que conviene suplementarla para llegar a intuirla, eso es el verdadero enigma del Arte. Cuando una obra se proyecta hacia una experiencia propia, el resultado puede contener esquemas más emotivos que facilitan su percepción, todo dependerá de lo que el artista pretenda, que no siempre ha de coincidir con lo que el espectador espera encontrar, ya que el público actúa con referencias esquemáticas sicológicas que se interponen hacia un juicio abierto a otras posibilidades de interpretación, esto ocurre en la mayoría de las obras públicas que se realizan con un fin, y es lo que ha ocurrido con el memorial. Por esa razón pretender realizar otra obra complementaria para evitar que se instale la polémica y que todos queden conformes, es lo más absurdo que he oído nunca, ¿Qué garantía hay de que no aumente el descontento por otros lados? A modo de metáfora citaré al extraordinario artista M. C. Escher y la dualidad de sus obras, un ejemplo de trompe l’oeil lleno de posibilidades.

*Pintora y profesora