La salida de Pablo Echenique a Madrid para centrarse en exclusiva en sus responsabilidades como número dos de Podemos en España deja en el aire un tufillo ya conocido en esta tierra, donde son muchos los representantes públicos que se ven fascinados por las luces de la capital después de haber adquirido compromisos aparentemente irrenunciables con Aragón. Obviamente la lista es interminable, pero ahí está el socorrido caso de Luisa Fernanda Rudi, que tras el pacto PSOE-Podemos que le privó de la presidencia de la DGA abandonó la Aljafería para irse como senadora. Años antes ya hizo las maletas siendo alcaldesa de Zaragoza tres minutos después de que la llamara José María Aznar para que presidiera el Congreso.

La verdad es que el influjo que ejercía en su época el que fuera líder del PP merecía haber sido estudiado, como poco, en Cuarto Milenio. Que se lo pregunten a Santiago Lanzuela, cuando, hace ya 20 años, luciendo los galones de presidente de Aragón le espetó a su amado líder desde el atril del Senado: «Si quieres, ahí nos tienes, utilízanos».

Aunque de las dotes de hipnotizador de Aznar también podría dar testimonio el actual máximo responsable del PAR, Arturo Aliaga, que en la campaña electoral para las generales del 2011 proclamó ante miles de personas que le ¡temblaban las piernas! (sic) por participar en un mitin junto al expresidente, que como es sabido ha sido siempre de natural trasvasista (y azorista).

Ya no tenemos tan claro qué atrajo a la capital del reino a otros primeros espadas de la política aragonesa, como Eloy Suárez, que salió pitando al Congreso porque al parecer le parecía poco ser solo el jefe de la oposición del Ayuntamiento de Zaragoza; o como Manuel Blasco, que en su caso dejó la alcaldía de Teruel para centrarse en su labor de diputado. A la hora de pasar por las urnas, ambos adquirieron unas obligaciones y responsabilidades con sus respectivas ciudades que pronto se diluyeron como si nada.

Nada que objetar al hecho de dar el salto, de mejorar o de ascender. Después de todo, a ver quién es el guapo que le haría ascos a una llamada de Zinedine Zidane. Pero una cosa es irse atraído por un reto profesional y otra largarse después de haber agotado toda la palabrería posible en promesas vanas; después de haber jurado amor eterno a una tierra, esta tierra, dura, empobrecida, despoblada y quizá poco agradecida, pero que jamás ha merecido que se rían de ella. H *Periodista