Al gerente del Salud, Ángel Sanz, le pilló la quedada de todas las personas que iban a entregar las alegaciones contra el futuro hospital de Alcañiz en el momento en el que él iba a entrar a su despacho. Se topó justo con los que no quiere recibir. Así es que agachó la cabeza, se pegó al edificio y entró rápido y sigiloso para que nadie le viera. Claro que no hacía mucha falta porque la mayoría no le conocen dado que no se prodiga en ningún sitio.