En la mesilla de todo político debería seguir descansando El príncipe de Maquiavelo, espejo de gobernantes que desde el Renacimiento han sido o querido ser en aras de una mayor justicia y bienestar de sus ciudadanos. Guía de comportamientos públicos, aquel libro extraordinario ha sido asimismo ulterior fuente de inspiración para filósofos y gobernantes, siendo su última, e igualmente beneficiosa influencia, la reciente aparición de El Antipríncipe (editorial Reino de Cordelia), de Mario Garcés, ex consejero del Gobierno de Aragón y actual secretario de Estado.

El ensayo de Garcés lleva como subtítulo Tratado sobre el arte del mal (o buen) gobierno, y como ilustraciones, en una magnífica edición, los dibujos de Javier Ballester, autor de la novela gráfica Speak Low y colaborador también con Garcés en el libro Episodios extraordinarios de la Historia de España (2015).

El texto de Garcés se mueve en una calculada ambigüedad. Desde su estilo, espuria pero ingeniosamente arropado en capas decimonónicas, que imita antiguas expresiones y giros, pero que se entiende con absoluta claridad, hasta los dramatis personae con que abre su particular función, ora sainete, ora auto sacramental.

Así, en la particular jerga o argot del autor, los antipríncipes serán los presidentes del gobierno; los ministros, sus ministros; los prelados, secretarios de Estado, los subsecretarios, cargos similares y asimilados; los presbíteros, subdirectores generales; los cortesanos, empleados públicos; los súbditos, ciudadanos; los virreyes, presidentes de las Comunidades Autónomas; las colonias, los partidos políticos; por último, los gregarios serán los militantes y simpatizantes de los partidos políticos.

A partir de tan distributivo y jerarquizado elenco, Garcés se centrará en las virtudes y defectos de los buenos y malos gobernantes, en cortes tal como la española, que tan bien y tan de primera mano conoce el político aragonés.

En los capítulos de El Antipríncipe se sucederán intrigas, maquinaciones, maquiavelismos, iluminaciones, alianzas, estrategias, concesiones, tantas tentaciones para derivar a un estilo dictatorial como para derivarse fondos de la corrupción o derivar al enemigo a terrenos de nadie, despojándolo de gregarios, y hasta de la sombra del poder.

Un libro original, refrescante, certero y sarcástico.