ENl ex concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Zaragoza, José Manuel Alonso, que ha vuelto a sus clases de historia, me recomendó la lectura de Apóstoles y asesinos (Galaxia Gutemberg) de Antonio Soler y ciertamente acertó con la recomendación, porque se trata de un libro apasionante.

De una novela, en realidad, pues la ficción está presente para llenar las páginas vacías de una historia, la del anarquismo de principios de siglo, que Soler ha estudiado con minuciosidad, como siempre suele garantizarnos este excelente autor cuando se ha aproximado a un tema o modelo histórico. Creo recordar que en alguna ocasión he recomendado su Boabdil (Espasa), una recreación histórica ejemplar por el retrato de Fernando el Católico, de quien, en su efemérides, tanto y tan mal se ha escrito, como tantos personajes alejados del original se han creado...

Apóstoles y asesinos recrea el primer tercio del siglo XX en una Barcelona convulsa por los enfrentamientos ideológicos, las luchas sociales y la desestabilización política. Proletariado y burguesía, obreros y capitalistas, utópicos y nacionalistas, comunistas, anarcos, nihilistas... toda una fauna representativa del gran vivero ideológico de los prólogos de la Revolución Soviética y de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial se dio cita en las grandes ciudades españoles, y particularmente en la capital de Cataluña, para participar activamente, bien en la creación de nuevos mundos, bien en la conservación del que ya existía.

El protagonista fundamental de la novela de Antonio Soler será El Noi del Sucre, seudónimo del anarquista Salvador Seguí.

De su mano, el autor nos sumergirá en un magma explosivo de conspiraciones, utopías y atentados, mezclando tipos de la época con personajes tan reales, y de tanta relevancia y peso histórico como Largo Caballero, Indalecio Prieto, Lluis Companys, Angel Pestaña o el filósofo Eugenio D'Ors.

El severo trabajo documental llevado a cabo no lastra la prosa inteligente y fluida de Soler, que le permite transcurrir por la imaginación del lector con amenidad e interés, y con un vago aire de fondo de novela de aventura que le sienta bien a este período plagado, en efecto, de aventureros, armados unos con ideas, otros con pistolas.