De la información que publicó este diario sobre los peligros que encierran las apps o aplicaciones para móviles se extrae una lección que, en palabras del profesor Xavier Martínez-Celorrio, puede resumirse así: "Más que sujetos somos datos". Disfrutamos aparentemente de más privacidad y más autonomía que nunca y es justamente esta ilusión la que provoca que nuestras vidas, costumbres o informaciones más íntimas formen parte del dominio público. La contradicción se fundamenta en una simple constatación: el usuario de teléfonos inteligentes accede a las apps (con una media de 39 aplicaciones) porque muchas son gratuitas, le solucionan problemas sin coste aparente y, de esta manera, aumenta las prestaciones del aparato, sin tomar conciencia de que muchas veces concede permisos excesivos para el tipo de funciones de la aplicación. A través del Grupo 29 --formado por las agencias europeas de protección de datos-- se diseñan estrategias para aumentar las normas de seguridad y control, aunque buena parte de la prevención corresponde a los usuarios.