El problema de los grandes proyectos públicos aragoneses (zaragozanos, turolenses y aún oscenses) no fue tanto que costasen un huevo, sino que mantenerlos en marcha para que no salga a la luz su fracaso a medio y largo plazo... se nos está llevando por delante la yema del otro. Y que dotar de sentido la megalomanía o la pésima gestión de Plaza, Motorland, Walqa y otras lindezas ha dado lugar a magníficas mentiras, extraños arreglos bajo cuerda y múltiples distorsiones que hoy nos estallan en la cara, cuando ya no es posible tapar los agujeros con más y más recalificaciones de suelo. Vamos buenos.

Exp andida sin control y sometida a la oscura regla del sobrecoste amañado, la Plataforma Logística de Zaragoza debía ser impulsada a toda costa. Por eso, cuando Pikolín hubo de trasladar su fábrica a un nuevo emplazamiento, a su propietario, Alfonso Soláns, se le indicó que debía reubicarse en Plaza... A cambio (y solo así) obtendría una provechosa recalificación de los terrenos de la vieja factoría junto a la autovía de Logroño. Como poco antes el citado empresario ya había vendido el Real Zaragoza utilizando canales parainstitucionales, cabe suponer que el nuevo arreglo le parecería normal y ventajoso. Era lo que había, ¿no?

De esta forma tenemos hoy el consabido lío con el outlet, que no es un simple negocio privado condicionado a un plan urbanístico, sino una iniciativa con obvias repercusiones en el ordenamiento de la ciudad. Porque modificará los flujos comerciales y la movilidad, además de generar importantes costes al ayuntamiento. Pero las derechas y el PSOE se han volcado (y revolcado) en el tema. Natural.

Que nadie se escandalice. La gloriosa Expo dejó de herencia (además de las instalaciones de Ranillas) un triste amago de barrio, Arcosur, que ahora pende sobre la capital aragonesa como una especie de cara e insostenible anormalidad.

¿Y qué puedo contarles de Motorland? La Cámara de Cuentas ha puesto de manifiesto que su plan de negocios original, el monto total de la inversión y los resultados de explotación han sido una mentira tan gorda como los presuntos retornos. Pero, mientras, ya hay comprometido Gran Premio de Motos para los próximos años, a un coste que sumará decenas de millones de euros. Las pérdidas anuales crecen con cada nuevo cálculo (ya se estiman en más de doce millones por ejercicio). Y a ver quién es ahora el guapo (o la guapa) que arregla el roto. Eso sí, sería conveniente que los portavoces de los partidarios de esta ruina (PP, PSOE y PAR) fueran un poco más pudorosos a la hora de defender la chapuza. Que ya está bien de bromas.

Una vez hubo dinero en las arcas públicas. Buena parte del mismo se gastó sin ton ni son. Con mucha gente del común aplaudiendo la política de escaparate y los fastos que les regalaban los jefes. Ahora, cuando no queda un euro en la caja y el Gobierno central se entretiene en boicotear financieramente a las instituciones aragonesas, sería imprescindible repensar la situación, asumirla y ver cómo se le da la vuelta. Los motorlandes primero y los outlets después nos llevan a maltraer. H