El golpe de estado contra la República empezó el 17 de julio del 36 en Marruecos, se extendió a la Península durante el 18 y tomó cuerpo el 19. Triunfó allí donde el aparato del Estado, incluyendo a soldados, guardias civiles y guardias de asalto aceptaron y secundaron los bandos de guerra y, de inmediato, armaron a los paramilitares requetés, falangistas o de Acción Ciudadana. Pero fue derrotado cuando la movilización popular mediante huelgas y la activación de las incipientes milicias izquierdistas fue reforzada de manera decisiva por efectivos leales de las fuerzas armadas y los cuerpos policiales, que a su vez, facilitaron armas a los militantes socialistas y anarquistas (o estos las tomaron asaltando los cuarteles).

Todo aquello ocurrió en una España pobre, atrasada y profundamente dividida. Un país cuyas clases dominantes llegaban directamente y casi sin sobresaltos desde el Viejo Régimen. Por eso la horrenda Guerra Civil enfrentó monárquicos contra republicanos, reaccionarios contra liberales, burgueses contra proletarios, fascistas contra demócratas, curas contra maestros, gentes de orden contra cualquiera que hubiese soñado con algún tipo de cambio o reforma... Y la refriega fue confusa, compleja y sangrienta. Los sublevados contaban a su favor con un activo militar decisivo: el Ejército de África. Sus mercenarios, traídos a la Península con el apoyo directo de la Alemania nazi y la Italia fascista desbordaron la resistencia inicial de las improvisadas, caóticas y divididas fuerzas republicanas. Fue una contienda larga y cruel. Los vencedores no tuvieron piedad ni deseo alguno de reconciliación. Exterminio.

Nada de esto podría pasar hoy. Los desahogos ultraderechistas carecen de contexto. La Fundación Francisco Franco es una organización atrabiliaria y demente que bien podría ser puesta fuera de la ley. La ira explícita o implícita de quienes se oponen a eliminar de una vez el reconocimiento institucional a la memoria de la brutal dictadura es una patología sociopolítica a veces insufrible, a veces patética. Ya está bien.