Existe un excomisario de Policía y propietario de empresas privadas dedicadas a la seguridad y la gestión de crisis que se llama José Manuel Villarejo y que tiene a la jet política y social entusiasmada, acojonada, indignada o interesada, según de quien se trate. Se le sitúa tras las últimas filtraciones sobre los devaneos amorosos y los bisneos del Rey emérito y se dice que fue el jefe de los agentes patriotas que investigaron al clan Pujol y a otros líderes convergentes, de común acuerdo con el último ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz (al parecer, la grabación de lo hablado en la reunión de este con el responsable de la Oficina Antifraude de Cataluña tuvo que ver con esa compleja guerra sucia). Fenómenos colaterales de las actividades de Villarejo&Cía, además del enriquecimiento del expolicía, son una larga lista de operaciones encubiertas, intoxicaciones informativas, filtraciones dirigidas, chanchullos, negocios millonarios y hasta las andanzas del Pequeño Nicolás.

Esto pasa en un país repleto de fundadas sospechas, en el que ya no te puedes fiar de nadie. Porque a menudo quienes revelan las malandanzas de otros lo hacen por oscuros motivos... aunque en realidad no hagan sino contar la verdad, o una parte de la misma. Investigaciones, sumarios y procesos son retorcidos laberintos donde no sabes al final cómo orientarte. ¿Qué significa la operación policial contra la presunta trama convergente del 3%? ¿Por qué ciertas cosas (verosímiles, sin duda) salen a relucir justo cuando su impacto político conviene a quienes manejan el aparato del Estado?

La semana pasada, una juez, Nuñez, desautorizó a otra, Alaya, y desmontó todo el proceso político por el presunto fraude de los cursos de formación subvencionados por la Junta de Andalucía. Todo habría sido una maniobra respaldada por policías de la UCO. ¿O no? ¿O qué?

Y las cosas que se van sabiendo de cómo actuó el Banco de España mientras se incubaba la crisis financiera. Y el desembarco de Trillo en el Consejo de Estado. Y los homenajes a Rita Barberá. Uuufff!.