Hace ya más de siglo y medio que un grupo de pancatalanistas románticos, agrupados en la ciudad de Barcelona entorno a un movimiento que llamaron La Renaixença, quiso convertir a Cataluña en el centro del mundo, pero desde los orígenes del propio mundo. Para ello necesitaban dotarse un aparato argumental nacionalista y lo inventaron falsificando la historia de Cataluña y creando denominaciones tales como «Los reyes de Cataluña», «La Confederación catalano-aragonesa» o «La Corona catalano-aragonesa». No les importaba lo más mínimo que jamás hubiera existido una entidad política y territorial con semejante denominación, ni que no hubiera ningún documento que avalara semejante despropósito, porque lo único que les importaba era hacer de Cataluña una nación antiquísima, la primera del mundo.

El término de «Corona catalano-aragonesa» tuvo éxito y desde entonces son muchos los ¿historiadores? catalanes y, sobre todo, los políticos pancatalanistas que utilizan esa falsedad para referirse a la Corona de Aragón.

En los últimos días el Gobierno de Aragón, a través de la Consejería de Educación y Cultura, ha ordenado retirar todos aquellos libros destinados a la enseñanza en los que aparezcan esos falsos términos. Hace bien, y deberá seguir vigilando para que no se sigan cometiendo atropellos semejantes. La Historia, como disciplina académica, es interpretable y cada historiador debe tener libertad para investigarla y enseñarla, pero también tiene la obligación moral, ética y profesional de utilizar los términos correctos en cada caso, rechazar las mentiras y denunciar las tergiversaciones y manipulaciones del pasado.

Desde ciertos ámbitos pancatalanistas, auspiciados y subvencionados generosamente desde hace muchos años por el gobierno autónomo de Cataluña, algunos ¿historiadores? y editores, carentes de profesionalidad y faltos de escrúpulos académicos, vienen utilizando en libros de historia esos falsos términos.

Los editores y los autores que así lo hacen son conscientes de que están mintiendo, pero siguen erre que erre en ello porque les va bien, porque justifican las propuestas de quien les paga y porque contribuyen a la causa pannacionalista, que es de lo que se trata.

Supongo que el nuevo gobierno que sea elegido en los próximos días en Cataluña seguirá apoyando a estos manipuladores de la historia y dotándolos de abundantes medios, porque creerá que así se justifican sus ideas políticas del presente, pero no por ello dejarán de ser, simplemente, unos falsarios.

*Escritor e historiador