Tengo la sensación de que las circunscripciones aragonesas, en el ámbito autonómico y municipal, reflejarán con bastante claridad las opciones electorales del PP. Y queda ya menos de un año. La Tierra Noble, el Ohio español, resumirá las posibilidades de un Partido Popular que en estos momentos aparece desconcertado, descompuesto y privado de la que es su principal baza y su máxima aspiración: el poder. Aquí, la derecha se quedó fuera de juego en las principales instituciones. De entonces acá, las izquierdas se las han arreglado para trabarse mutuamente (por lo menos en el Gobierno autónomo y el Ayuntamiento de Zaragoza) haciéndoles el juego a los conservadores. Pero estos, a su vez, no han acabado de aparecer ante la opinión pública como una alternativa factible y capaz de proponer algo concreto (y hablo tanto del PP como de Ciudadanos). Así que todo está en el aire.

Será por eso que la Escuela de Verano del PP aragonés, celebrada en Tarazona, la plaza fuerte del jefe Beamonte, ha sido tan inconcreta y tan ceñida a los argumentarios generales. ETA (¿otra vez ETA?), el medio ambiente (hombre, ¡esa sí podía haber sido una novedad!), recomendaciones discretas pero perentorias sobre a quién es preciso apoyar en la pugna Cospedal-Sáenz de Santamaría (el aparato regional apuesta por la primera, pero a lo mejor la militancia se inclina por la segunda) y poco más. No está el horno para muchos bollos, claro. A nadie se le oculta que la suerte en las urnas del PP regional suele tener mucho más que ver con la correlación de fuerzas en España y el debate político de alcance nacional que con las cosas de este bendito crisol de las razas de España.

Conste que para el, hasta ahora, gran partido conservador la elección de su presidenta/e mediante mecanismos abiertos (habrá que ver cuántos militantes están al corriente de pago) es un avance importante. Otra cosa es que suponga un reto para la unidad de la formación, teniendo en cuenta que jamás en su historia se había visto en una igual, pues allí siempre funcionó el ordeno y mando, que es un procedimiento demasiado jerárquico, pero seguro y ordenado. Aragón, donde la tendencia al disciplinado asentimiento ha sido siempre más que notable (a uno y otro lado del espectro ideológico), será un ámbito significativo a la hora de predeterminar quien gana en la carrera por el liderazgo de la derecha tradicional.

Existe otro factor: el diferente comportamiento que los análisis sociológicos asignan al electorado en función de su edad y zona de residencia. El PP (también el PAR) siempre cuenta con Teruel. El PSOE, con Huesca (donde Ciudadanos da la partida por perdida). Zaragoza (sobre todo la capital) será el principal campo de batalla entre las derechas y las izquierdas, entre El Partido Popular y Cs, entre el Partido Socialista y Podemos-IU y CHA. Los resultados de la confrontación prefigurarán en buena medida los de unas posteriores elecciones generales.

El PP se ha convertido en la incógnita que determinará toda la ecuación. En Aragón y, en consecuencia, en el resto de España. Qué papeleta, Beamonte.