Aragón Televisión hará debates electorales a seis. Supongo que reunirá en el plató a PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos, Unidad Popular y UPD. Algunos temen que con tantas voces aquello acabe siendo un galimatías o una sucesión de breves monólogos que cada cual recitará cuando le toque turno. Aunque en los Estados Unidos (lo siento, queridos, pero en ciertas habilidades democráticas los yanquis son maestros indiscutibles) las primarias de los dos grandes partidos dan lugar a encuentros ante las cámaras que suman incluso más de seis contendientes, y allí sí se dan, según cuentan, interesantes y dinámicas discusiones.

En España ya sabemos que Rajoyha decidido reservarse para comentar los partidos del Madrid en la COPE y si acaso un cara a cara con Pedro Sánchez. A todo lo demás mandará a la vicepresidenta Soraya, a que lea la lección y regañe al socialista y a los primerizos Iglesias y Rivera. Así que en el primer debate organizado por los de Prisa para el lunes 30, el PP no estará porque los convocantes rechazaron, con muy buen criterio, que en un duelo de primeros espadas la gran derecha enviase a su número dos. A su vez, don Mariano pasa de todo, porque ha teorizado que, si no puede vender la recuperación económica (¡anda de lo de Abengoa!) y el miedo a que vayamos a peor con otro gobierno, aún le quedan la baza catalana, cuyo estupendo impacto le tiene maravillado, e incluso los réditos de la guerra contra el terrorismo yihadista, que él administra con cuidadín para no quedar en evidencia (como en 2004). P'a qué más. El jefe conservador nunca ha sido muy aficionado a presentarse en público. Si hubiera de encarnarse en uno de los dos candidatos a la presidencia norteamericana que inauguraron la era del debate en televisión, él elegiría ser Nixon, no Kennedy Ya ganó las oposiciones a registrador y algún que otro debate parlamentario, ¿por qué habría de estar todo el día haciendo méritos ante esa ciudadanía tan desengañada, incrédula y morbosa?

Así que en Aragón, a seis. A ver si se lucen las/os candidatas/os, porque a priori, la verdad, pocas pasiones despiertan entre el electorado.