El PAR ha renovado su coalición con el PP para las próximas generales. CHA, tras aliarse con el PSOE, en cuyo Gobierno aragonés ocupa una consejería, encara el 20-D desde Unidad Popular, cuyas primarias le asignaron un papel secundario (IU se ha llevado la mejor parte). El sueño aragonesista se desvanece por la derecha y la izquierda, quizás porque su peso político nunca fue suficiente (ni siquiera en sus días de relativa gloria) para influir de verdad en los complejos equilibrios de fuerza que se han dado y se dan en España. Así, de repente (y justo cuando el aterrizaje del general Rodríguez en la futura lista de Podemos por Zaragoza ha reavivado la discusión sobre quién, cómo y por qué es aragonés, o no), la bendita Tierra Noble se presenta como lo que, en realidad, nunca dejó de ser: un territorio con alguna identidad pero sin margen ni genio para convertirla en moneda de cambio. Somos pocos. Y además, demasiado conformados.

El PAR ha firmado un nuevo contrato con el PP que todavía reducirá más su presencia dentro de los respectivos grupos populares o bloques de derechas en Congreso y Senado. Tampoco se pierde demasiado. El hecho de que durante la última legislatura hubiese un diputado (de rebote) y tres senadores regionalistas en una y otra cámara no supuso gran cosa. Casi siempre votaron de acuerdo con la estricta disciplina conservadora. También, claro, cuando tocó hacerlo contra propuestas de interés para Aragón. Es un hecho que los últimos cinco presupuestos generales del Estado (incluyendo el que corresponderá al 2016) han sido para nuestra comunidad muy flojos tirando a pésimos.

En el PAR ha existido siempre una clara tensión entre la ideología (conservadora, españolista y catalanofóbica) y la obediencia territorial (sea eso lo que fuere). Aún había un tercer y decisivo factor: el clientelismo y los negocios. CHA ha sido otra cosa. A la postre, el aragonesismo que emergió al filo de la Transición fue genuinamente progresista. Y Chunta quería ir todavía más lejos por la vía del nacionalismo rojiverde. No ha logrado el éxito que perseguía. Solo sobrevive.