La Transición que dio lugar a la hoy baqueteada Constitución del 78 fue consecuencia de una correlación de fuerzas concreta. Por entonces la derecha (alineada básicamente en el tardofranquismo) seguía controlando el aparato del Estado (o sea, el instrumental coercitivo); sin embargo era ya incapaz de meter en redil a una oposición democrática (comunista en las calles, más entreverada en los conciliábulos de la Platajunta) cuyas fuerzas crecían de manera constante. Se luchó. Corrió la sangre. No hubo otra salida que pactar una reforma capaz de integrar buena parte de los programas de ruptura. En los extremos se produjo alguna resistencia (más a la derecha que a la izquierda). En Euskadi la locura se encarnó en un terrorismo tan criminal como inútil. Hubo momentos complicados. Tampoco fue fácil equilibrar las tensiones sociales... Pero la cosa acabó cuadrando bien que mal. Quienes dicen que así empezó la etapa más tranquila, libre y fructífera de la Historia Contemporánea de nuestro país aciertan. Además no había otra alternativa.

Ahora nada está claro. Y si las nuevas izquierdas y los nacionalismo periféricos no miden bien la correlación de fuerzas, no se saldrá de la crisis actual por el lado bueno (más democracia) sino por el malo (menos). La hegemonía política (en las urnas y en la calle) viene oscilando desde el 1-O, o quizás desde bastante antes, y podría derivar en una revisión del espíritu constitucional, solo que para limarlo de las alegrías rupturistas de hace 40 años. De la misma forma que existe una izquierda insatisfecha que hereda de la sopa de letras comunista (PCE, PTE, MC, ORT, LCR, etcétera) la frustración por no haber conseguido sus objetivos estratégicos, hay una derecha radical (hijos de Fuerza Nueva, de Falange, de Alianza Popular) que estuvo y está en el núcleo duro del PP y a la cual no se la ido de la cabeza que en el 78 se cedió demasiado.

Atentos pues a la correlación de fuerzas. No sea que se vuelva loca, y quienes hoy abominan del 78 acaben suspirando por los derechos y libertades entonces consagrados.