Hasta 2007 los móviles tenían teclados analógicos, ahora basta con tocar un cristal. Los mensajes de texto eran SMS, de pago: ahora hay mensajería gratuita: Whatsapp, Telegram… La Blackberry, que era lo más… desapareció. Nokia se hundió. La receta es electrónica. Se puede alquilar un apartamento por días con el móvil, tomar un taxi diferente. Hay muchos vehículos que van solos, sin conductor: Waymo, de Google, tiene la flota circulando por Seattle. Los halógeno son LED. Todo cambia muy rápido… y no ha hecho más que empezar. Los algoritmos ya manejan gran parte de los mercados. El 5G va a poner el internet de las cosas en todos los objetos del mundo. El blockchain permite sellar transacciones y contratos de forma indeleble, las criptomonedas se usan cada día más, el dinero de mano desaparece a gran velocidad, ya es difícil ver a alguien con un periódico de papel. Los robots abren puertas, reconocen caras, mantienen el equilibrio, hacen cosas de ciencia ficción.

Sin embargo seguimos pensando en el sistema de pensiones públicas como algo inamovible, estático. Los factores que configuran las pensiones por cotización, que son la inmensa mayoría, son el tiempo de cotización y el trabajo. Pero el tiempo y el trabajo son dos variables -¡nunca mejor dicho!- que han cambiado… y que seguirán cambiando a toda velocidad. (A veces es imposible distinguirlas).

En 2018, cuando se pueden medir tantas cosas, procesos, servicios, conductas, acciones… ya no se puede seguir planteando el sistema de pensiones en base a criterios de 1976.

Ahora que es posible medir casi todo es lógico incorporar más elementos al cálculo de las pensiones. El trabajo ya no es el único factor para calcular la pensión. Ahora es posible añadir más criterios para hacer ese cómputo vital. ¡Se puede medir toda una vida! Esos criterios deben variar con el tiempo y adaptarse a las necesidades consensuadas de la sociedad. Algunos de esos criterios pueden ser:

La formación, desde la primaria hasta el momento de jubilarse… incluso en plena jubilación.

El trabajo en el hogar: por supuesto, l@s am@s de casa tendrán su pensión y debiera ser además una pensión calculada en función de otras variables, como el número de hijos que han sacado adelante, el consumo, todo lo que han reciclado, hasta los trabajos escolares en los que han ayudado o las reuniones de padres a las que han asistido.

Las responsabilidades sociales que ha desempeñado una persona forman parte de su bagaje y de su capital social: si pueden ser medidas y certificadas merecen ser incluidas en la jubilación de esa persona.

La huella de carbono debe configurar la pensión. La Responsabilidad Social debe configurar la pensión. La solidaridad debe configurar la pensión. Los valores humanos deben también ser tenidos en cuenta... ¿Dos personas que trabajan en la misma empresa con el mismo sueldo, una que recicla, es voluntaria en la Cruz Roja, se compró un coche eléctrico o va en bici y dona al mercadillo solidario debe tener la misma pensión que su vecino pendejo que hace todo lo contrario y que ni recoge las cacas del pobre perro que abandonará en verano?

Pensionista o Trabajador; Clase Activa o Clase Pasiva… En la época que todo es a la medida, pensar en pensiones a partir de una edad de corte o de unos años de trabajo es tener una visión de cartilla de racionamiento.

Las pensiones deben ser públicas y mejores porque la riqueza de los estados y de los individuos ya no está sólo en el trabajo. La riqueza se mide en aportación al bienestar común, presente y futuro, y esa nueva cualidad medible de muchos comportamientos debe formar parte del cálculo de las pensiones.

Es una forma de incentivar los buenos comportamientos que, por supuesto, deben ser determinados -y modificados en el tiempo- de forma democrática y transparente. Esta fórmula no es como el preocupante carné de buena conducta que implementa China, que es una dictadura que controla hasta el último parpadeo de sus ciudadanos; esta propuesta intenta aprovechar los datos relevantes de la vida de una persona que obran legalmente en poder del Estado -o que el propio interesado quiera facilitar- para ajustar su pensión a un conjunto de factores que benefician a la sociedad: igual que ahora, pero teniendo en cuenta mediciones que hasta hace poco no existían y que no se valoraban.

*Fundador de Pensumo