En junio del 2012, el Gobierno de Mariano Rajoy aseguraba que el rescate de la banca no tendría coste alguno para los ciudadanos españoles. Unos días antes, la Unión Europea había abierto una línea de crédito para tal fin de hasta 100.000 millones de euros. La situación propició la época de ajustes del PP sobre los servicios públicos, para reducir el gasto, que se trasladó a los recortes vividos en la legislatura de mayoría absoluta de los populares. La crisis económica general, no solo bancaria, de la época impulsó medidas de recorte del gasto para compensar la caída de ingresos que pretendía frenar el desfase en los mismos y cauterizar el incremento del déficit que seguía desbocado. Si este persistía en sus aumentos, la deuda pública seguiría creciendo. De todo ese maremágnum de medidas y decisiones que se vendían como el camino inexorable para recuperar el crecimiento económico hay algún dato que muestra los resultados. En el mundo laboral, a pesar de ser el segundo país de la UE con más paro, el recorte en las partidas de desempleo alcanzó el 17%, mientras el gasto en afrontar la deuda pública ascendió casi el 30%. Es decir, en casa, las dificultades sociales para cubrir el mes caían claramente, mientras que había que destinar más recursos para financiar los préstamos que permitían seguir adelante. Esta semana, el Banco de España ha dado por irrecuperable el 78% del dinero público y privado aportado como ayudas a la banca, una cifra que estima en 60.000 millones. Más de 50.000 han aumentado la deuda pública, la de todos. ¿Pero no iba ser sin coste? H *Periodista