Ningún planteamiento es bueno si el resultado es malo. Y acaba siendo todavía peor si el regusto que deja el partido es muy amargo, como por ejemplo ocurrió en Vitoria, o desagradable como el empate con el Llagostera. El fútbol es un deporte sin memoria, donde lo que hoy parece estupendo, mañana es una completa calamidad. La gama de colores medios prácticamente no existe.

Después de encadenar la racha más feliz de la temporada, que permitió al equipo asentarse entre los seis primeros y disfrutar de las mejores sensaciones en toda la Liga, el Real Zaragoza se encuentra ahora inmerso en el momento de mayores dudas del año. En estos dos últimos partidos, Popovic se equivocó en sus planteamientos. Puso mucho azúcar contra el Alavés cuando hacía falta algo más de sal y demasiada sal ante el Llagostera cuando hacía falta más azúcar. Justo al revés.