El primer mes del año dejará en los recibos de la luz una subida del 25% respecto al año anterior. Un incremento en un servicio de primera necesidad que poco tiene que ver con el resto de cifras que han asomado su patita durante la pasada semana. Por ejemplo, que la renta de las familias ha caído un 18% desde el 2008. Es decir, los hogares españoles que tienen la mala costumbre de encender las bombillas al caer el sol, calentar la comida o la vivienda para combatir el frío y hasta la desfachatez de ver la tele, afrontan un recibo básico al que no le ha afectado la crisis ni se ha apretado el cinturón porque el mercado es el mercado. Y la renta neta no es lo único que ha bajado en las familias, su riqueza --si la tenían-- se ha reducido en el mismo periodo en un 37%, como consecuencia de que el principal patrimonio está invertido en la vivienda y la crisis inmobiliaria se ha llevado por delante buena parte del precio que se pagó. Sin embargo, las familias con mayor nivel de renta y diversificación de activos, sobre todo en bolsa, han visto cómo estos se incrementaban en un 20%. También cosas del mercado. En el del empleo precisamente, el paro ha caído a nivel del 2009. Y lo que debe considerarse una buena noticia, viniendo de donde venimos, está lastrada porque en el 2016 hubo un reparto del tiempo de trabajo entre mayor número de personas. Hay más trabajando, pero trabajan menos y por tanto cobran menos, así que afrontar subidas como las de la energía les cuesta proporcionalmente más. Un círculo que no facilita levantar cabeza.

*Periodista