Tan lejano era el Oriente del que vino el rey Baltasar a Zaragoza que fue incapaz de pronunciar palabras en español, apenas los monosílabos sí o no al ser preguntado por la prensa acerca de su viaje. En un francés colonial, explicó los avatares de su larga travesía para traer los regalos a los niños zaragozanos, junto a Melchor y Gaspar, este último encantado de haber probado por primera vez (y quizás no por última) el tranvía de la ciudad.