A este paso, el personal del Ayuntamiento de Zaragoza va a tener que instalar una o varias astas más, con carácter permanente, para que, junto a las que ya ondean en la balconada principal del consistorio, puedan figurar también las banderas que el equipo de Gobierno vaya honrando durante lo que queda de legislatura. En el escaso tiempo que Zaragoza en Común lleva al frente, la sede municipal ha visto cómo las enseñas arcoíris, griega y saharaui han convivido con las de la propia capital, la de Aragón, la de España y la de la Unión Europea. Una forma de mostrar solidaridad con colectivos y pueblos diversos, que, sin embargo, no obtiene un beneplácito unánime. Y no porque, en todos los casos, no quepa compartir las causas defendidas por el equipo del alcalde Santisteve. Quizá pese más entre quienes no lo ven tan claro el hecho de que estas acciones no se hallen respaldadas por, al menos, la mayoría de los concejales. Tradicionalmente, el Ayuntamiento de Zaragoza se ha pronunciado, a través de mociones, sobre toda suerte de conflictos internacionales, injusticias flagrantes y asuntos muy alejados de las competencias municipales. Pero cuando lo ha hecho, ha contado con el apoyo, si no de todos, sí de la mayor parte de los ediles, elegidos precisamente para representar la voluntad de los zaragozanos. Una diferencia importante con la arbitraria colocación de las banderas, lo que de algún modo resta legitimidad y fuerza a su presencia, por muy justas que se nos aparezcan las causas que hay tras ellas.