Luis Bárcenas ha reclamado al PP 900.000 euros por el despido improcedente. La cantidad de casi un millón de euros impresiona bastante. Esto quiere decir qué cantidad ingresaba durante el tiempo que ejerció su cargo, porque no se pide una compensación tan extraordinaria si se ha estado cobrando una cantidad más discreta. Y me sabe muy mal que no se haga saber cuáles eran sus ingresos habituales. Añadamos que la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, ha explicado que el extesorero ya había recibido una "indemnización en diferido", y no pequeña: 719.502 euros. Y si no se documentó es porque él era un "caballero" y todo ello se trataba como un pacto de "buena fe". Teniendo en cuenta que los ingresos de cualquier ciudadano deben ser declarados, y examinados atentamente, el beneficiario de un error tan monumental debe de ser por fuerza un hombre muy afortunado. Quizá sea premonitorio el apellido de este señor Bárcenas. Porque en castellano una bárcena es un campo inundado, y el diccionario no especifica que una bárcena deba ser una inundación de agua. Podría ser, también, una inundación de dinero. Hay nombres y apellidos que no encajan con la persona que los lleva. Pero el señor Bárcenas era fiel a su apellido, con el matiz de que la inundación no era de agua, sino de dinero. Tengo la suerte de que mis apellidos no me traicionan. Espinàs es el nombre de una madre de Dios que tiene en los pies zarzas de espinas. ¿Bárcenas? Nunca me ha gustado inundar, ni que me inunden. Periodista