Finalmente, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, parece decidido a implementar un régimen sancionador contra las grandes empresas que incumplen la ley de morosidad que les obliga a pagar a sus proveedores con un retraso máximo de 60 días. Se trata claramente de un abuso por parte de compañías que, por su tamaño, son clientes preferentes de los que las pequeñas y medianas empresas no pueden prescindir. Esta medida no solo alivia a las víctimas en la actual situación de crisis económica, sino que les da un arma de negociación contra algunas prácticas abusivas de quienes no dejan de pagar porque tengan problemas de viabilidad sino porque han hecho de la morosidad una forma de financiación low cost. Nunca hasta ahora había concretado que el mecanismo sancionador sería a través del régimen tributario, lo que hace intuir que podría ser efectivo y poco gravoso para los que sufran este tipo de prácticas. En segundo lugar, esta medida forma parte del pacto de investidura del PP y Ciudadanos lo cual hace presumir que Albert Rivera y su partido serán garantes de su cumplimiento y no quedará en otra de esas ocurrencias que se sueltan en un debate parlamentario y luego no se cumplen. Las administraciones han puesto suficientes recursos públicos en paliar la crisis financiera para que ahora puedan exigir contrapartidas.

La primera sesión de la declaración de Luis Bárcenas en el caso Gürtel se caracterizó el lunes por el perfil bajo adoptado por el exgerente y extesorero del PP, más preocupado en atacar al jefe de la trama, Francisco Correa, y en exculparse a sí mismo que en tirar de la manta contra los dirigentes del partido para el que trabajó tantos años. Se ha dicho que desde que Bárcenas se retiró del caso de la destrucción de ordenadores del PP existe un pacto de no agresión entre el extesorero y su partido. A juzgar por el contenido de su declaración durante el primer día de juicio, crece la sospecha de que tal pacto exista. Aun así, Bárcenas no pudo evitar reconocer que el PP tenía una caja b, aunque, en un alarde de creatividad lingüística, la llamó «contabilidad extracontable». Bárcenas fue creativo también en otras muchas respuestas con el objetivo de no aceptar ninguna responsabilidad penal. Por ejemplo, cuando dijo que para qué iban a pagar los empresarios al gerente del PP si ya disponían del palco del Bernabéu. Se preocupó también de que las aportaciones empresariales no puedan considerarse cohechos, y de ahí su afirmación de que las entregas de dinero no tenían carácter finalista. Y en un pasaje sobre el que Mariano Rajoy debería tener algo que decir, Bárcenas aseguró que el presidente del Gobierno cortó la relación con Correa, pero aceptó un donativo de 60.000 euros y no denunció en ese momento las actividades del jefe de la Gürtel.