Las becas de comedor en Aragón han crecido un 46% para este curso que empieza. ¿Hay algo en este país que crezca tanto? Visto así, sin maldad, da la sensación de que, por fin, a la Consejería de Educación --la misma que hace un par de años se ponía respondona aduciendo que su función no era asistencial--, le ha entrado la vena solidaria y apuesta por nutrir de proteínas gubernamentales a los cuerpos infantiles. Pero no. Lo que demuestra ese crecimiento es que el fracaso escolar se encamina hacia otro todavía más grave, el social. Y es que las ayudas se otorgan porque hay más gente que cumple los requisitos para recibirlas. Y ojo, que optar a que los hijos coman casi gratis en el cole exige no ingresar en la familia poco más de unos 500 euros al mes. Si te pasas un pelo, allá te las compongas. Y el papeleo tiene el límite del 2012. Si el ERE te atropelló en el 2013, o anteayer, más de lo mismo. Parece que no hay burocracia prevista ni sistema alternativo capaz de comprobar que la miseria se ha instalado en una casa y que las familias con críos en esta situación encaran septiembre con el alma en un puño. Los bronceados del poder también comienzan curso estos días, pero para hablarnos de la recuperación que no cesa. Paciencia, base de la pirámide cada vez más extensa, que si superáis la malnutrición y la tristeza que la acompaña unos meses, en primavera brotarán informes y balances anunciado la buena nueva. No queráis hartaros hasta entonces, que a votar se va mejor con la digestión ligera.

Periodista