Hace apenas cinco meses y por exigencias del guión se tiraban los trastos dialécticos a la cara; ayer se reunieron amiguísimos, filosofaron juntos e hicieron oficial un matrimonio político que parte de la conveniencia pero tal vez desemboque en algún tipo de amor. Por qué no, si estamos en la Tierra Noble y en su inmortal capital.

Belloch y Biel (o viceversa) han enterrado cualquier desavenencia pasada. Ambos son funcionarios, políticos profesionales, viejos zorros y adoran el poder sobre todas las cosas. No cabe por ello imaginarles guardándose ningún resentimiento mutuo porque ni sería educado ni convendría al interés del buen gobierno en coalición. Ahora van de amigos, y no tienen inconveniente en saludarse, hacerse bromas o negociar el futuro (el de ellos y en buena medida el nuestro). Todo perdonado. Sólo los idiotas se empeñan en acordarse de lo superfluo, del paripé.

Biel, aunque capotó en las urnas, ha vuelto a meter cabeza en la gestión de Zaragoza. Otra vez está presente en todos los terrenos de juego y en todos los ámbitos institucionales aragoneses donde se mueven las cosas y el dinero. Belloch... Bueno, Belloch está por fin relajado y feliz. De repente, la mayoría de los problemas se han esfumado y ante sus ojos se abren nuevas e insospechadas opciones. Tal que las almorranas del anuncio, los problemas de la ciudad parece que encogieran (al menos su repercusión mediática y social se ha reducido considerablemente). Ya no le inventan leyendas urbanas, casi nadie parece haberse dado cuenta de que gobierna en minoría y, aunque la ciudad que administra está patas arriba, pronto llegarán los días de gloria (salvo atasco o cataclismo de última hora). Desde luego, vaya diferencia con los cuatro años anteriores.

Así es que B&B se reunieron y cruzaron contraseñas para el inmediato futuro. Ambos son impulsivos, desprejuiciados y muy pragmáticos. Si lo suyo fructifica (que fructificará), Marcelino deberá vigilarles de cerca porque, si no, estos dos son capaces de romperle el invento de tanto usarlo. Los muy imprudentes.