Se nota en el ambiente político, se ven prisas para posicionar voluntades y estrategias que signifiquen arañar votos para las próximas elecciones, si no cómo se entiende que la manifestación realizada por los pensionistas de este país la haya tomado el Gobierno del PP, aparentemente, en serio y no haya hablado en términos de yayos flauta, como algo despectivo. O que la lamentable desaparición y posterior muerte del caso del niño Gabriel Cruz haya tenido una cobertura de Estado con informaciones periódicas, en los telediarios, por parte del ministro Ignacio Zoilo, cuando en otros casos de muertes o desapariciones no ha sido así. O que en la pasada huelga feminista se haya sumado, el Gobierno de la Nación, para apoyarla con gestos y declaraciones, cuando en realidad no estaban por secundarla; la ambigüedad del sí pero no, de lo conveniente, de lo correctamente político es una dinámica a la que estamos habituados, pero este aparente despliegue de buenas intenciones, la mayoría, electoralistas, no solo se ven por parte del Gobierno, sino también por el resto de los partidos que aspiran a tener sector circular cromático en las próximas elecciones. Se abre el camino para introducir las demandas que la voz del pueblo clamaba en el desierto en años anteriores. El juego está en marcha y no deja de ser una alegría, aunque sea virtual, la esperanza que se genera cuando empezamos a ver parcheadas con asfalto algunas calzadas de nuestra ciudad, o que se hable del eterno proyecto de la prolongación de la avenida Tenor Fleta, pero el tiempo actúa en contra de los que no han hecho los deberes. Hay que pensar en esas benditas elecciones que nos traerán nuevas expectativas entre diálogos y confrontaciones. Un año por delante para que el desierto fructifique.

*Pintora y profesora