Una biblioteca puede representar muchas cosas, casi siempre de buen augurio y casi siempre relacionadas con el universo cultural y científico. Por ello, en estos tiempos de recortes y penuria intelectual (al menos desde una perspectiva económica), es una excelente noticia la instauración de dos nuevas bibliotecas públicas municipales en nuestra ciudad durante la próxima primavera, en Valdespartera y Parque Goya II.

Si bien son los jóvenes, en especial estudiantes, los más asiduos de los servicios bibliotecarios, nunca faltan los interesados de toda clase y condición, por fortuna, en abundancia; resulta sobre todo alentadora la presencia de niños, quienes dispondrán de un espacio propio en estas nuevas instalaciones. Sin embargo, junto a tan excelente noticia que amplía el horizonte cultural de Zaragoza, he recogido otra, también relacionada con estos centros del saber, pero bastante menos halagüeña, brindada por la protesta de algunos usuarios quejosos del mal estado de las instalaciones que frecuentan: sillas incómodas y deterioradas, molestas luces parpadeantes y menoscabo generalizado de material y equipos, incluyendo deficiencias en el local. Crear un nuevo espacio nunca debe suponer el abandono de lo preexistente, condenándolo a una deplorable inhabilitación. Claro está: cortar cintas de inauguración es más agradecido que la discreta y sacrificada labor de mantenimiento, tan escasamente propensa a gloria y alabanzas, por lo que se impone estimular un cambio de actitud por parte de quienes gozan de la oportunidad de tomar decisiones que nos afectan a todos, haciéndoles ver que el ciudadano también sabe apreciar esa labor callada y cotidiana de amor por las cosas bien hechas. Escritora