Hay países o ciudades donde la bicicleta hace ya décadas que está instalada en la cotidianeidad del transporte ciudadano. Es cómoda, facilita la práctica de un mínimo deporte, contribuye a no polucionar y es de fácil aparcamiento, entre otras virtudes. Ahora parece que esas ventajas han sido descubiertas por muchos miles de zaragozanos que se han lanzado a pedalear casi a diario. De entrada, los comercios que comercializan estos vehículos reconocen el incremento de las ventas hasta casi duplicarse en dos años, algo inusual. La capital aragonesa, con una superficie plana apta para esta práctica ha apostado por facilitar a los ciclistas unos trazados de carril específicos que son en parte responsables de esta moda. Excepto en el centro, donde aún hay carencias, los barrios periféricos y los nuevos bulevares están surcados por carriles verdes con un trajín significativo de usuarios. Se demuestra, una vez más, que si los ciudadanos disponen de servicios adecuados, el sentido común les orienta a utilizarlos.