Coscubiela es como el camarada que iba hace 40 años con las manos sin callos a las casas de los obreros a decirles que mejor no hacer huelgas». Para dar cuenta de la mala leche que se derrama en las redes sociales puede servir este o cualquier otro tuit del portavoz de ERC Gabriel Rufián, muy activo en internet y que de jovencito se vio en la tesitura de ser político o un sucedáneo del humorista Eugenio. Por lo visto aún no ha terminado de decidirse. El Congreso le tira. El Club de la Comedia, también. La cuestión es que el diputado republicano es la prueba viviente de que (casi) todo vale en la red, donde por encima de valores éticos y morales prima la ley de la impunidad, al menos para los representantes públicos, aquellas personas a las que les hemos otorgado la potestad de hablar por nosotros en las instituciones, incluso para decir sandeces.

En la vida privada las normas no escritas son otras. Que se lo pregunten a la mujer que deseó a Inés Arrimadas que fuera víctima de una violación múltiple. En cuestión de minutos estaba despedida de su trabajo. O a Julian Assange, que ha provocó hilaridad cuando no vergüenza ajena en su dicusión tuitera con Pérez Reverte, en la que el jefe de hackers confundió a Sancho Panza con Pancho Sánchez.

Pero en política, hacer el ridículo o meter la pata en internet no está penado. Al poco de producirse los atentados de Cataluña, el alcalde de Alcorcón, David Pérez, del PP, acusó en Twitter a Ada Colau de allanar «el terreno a los asesinos» al no colocar bolardos en La Rambla. Poco después, el diputado por Zaragoza Eloy Suárez, también del PP, eligió el misma vía comunicativa para cubrirse de gloria con esta acumulación de caracteres: «@KRLS entregará medalla honor a los Mossos en la Diada. ¿Es por no hacer nada para impedir 16 muertes y 100 heridos?». Horas después el partido le obligó a pedir perdón... y asunto resuelto. Como si lo hubieran bautizado de nuevo.

Hay excepciones, claro. Al PSOE esta vez no le ha temblado el pulso para echar a un bocachancla de récord: un concejal (ya exconcejal) de La Laguna que se jactó de «follar» con empleadas que «enchufaba» en el ayuntamiento. Grosería que va más allá de equivocarte de grupo de whatsapp. Menos mal que tipos como el nombrado Coscubiela nos arrojan algo de luz: «La fama en Twitter dura menos que en Eurovisión», dijo el diputado catalán a cuenta de los mensajes de Rufián. «Me la refanfinfla», añadió. Pues eso. H *Periodista