El aroma de seducción que desprende un goleador no lo desprende nadie. Enamora, atrae y fascina porque el gol es la expresión festiva máxima en este deporte, lo que desborda las emociones. La diferencia en el fútbol está en las botas de esos hombres, que tienen un don que no tienen los demás, el más bello de cuantos se han inventado. Un tesoro, en realidad. El Real Zaragoza ha encontrado en Borja Bastón un filón de oro, un delantero en la edad justa, todavía joven pero ya rodado en muchas batallas, con hambre por hacerse por fin un nombre, ambicioso y con enormes deseos de confirmar lo que viene apuntando desde hace tiempo. Da la impresión de que el punta cedido por el Atlético de Madrid romperá en La Romareda, como antaño lo hicieron otros grandes nueves de éxito.

Por el momento lleva ocho tantos en nueve partidos, un ritmo espectacular que prácticamente no resiste comparación. En España, cada cosa en su sitio, bien poquitos. Cristiano Ronaldo. O en Segunda Araujo, el delantero de Las Palmas, o Rubén Castro, un seguro de vida. Borja está describiendo una trayectoria brillante, ayer con dos goles más en Alcorcón, definitivos para la victoria de este Real Zaragoza que Víctor Muñoz, guste o no guste, lleva con paso firme y buen aspecto por esta Segunda más cara que la baratija del año pasado.

Bastón es un delantero instintivo, con el gol en los genes, con ese olfato para estar en el sitio justo en el momento adecuado, capaz de marcar 50 tantos en una de sus temporadas en cadetes en el Atlético de Madrid y que lucha contra el destino que, hasta ahora, le ha alejado de su meta segura: la Primera. Es la punta de lanza de un equipo con una pegada brutal, diferencial en la categoría, que va derribando rivales a base de goles o golazos de todas las facturas. Con Borja en plan estelar. A gol por encuentro. El Ronaldo del Zaragoza.