Como viene siendo habitual desde el año 2011, el 22 de febrero se celebra en España el Día de la Igualdad Salarial entre mujeres y hombres, que toma como referencia una resolución del Parlamento Europeo (INI/2008/2012) y el acuerdo del Consejo de Ministros de 26 de febrero de 2010. Con esta efeméride se quiere destacar y sensibilizar a toda la ciudadanía sobre el hecho de que mujeres y hombres no ganan lo mismo por la realización del mismo trabajo o de trabajos de igual valor, o dicho de otra forma, que las mujeres tienen que trabajar más tiempo para ganar lo mismo que los hombres, a pesar del desarrollo normativo y los avances logrados en la igualdad de trato y oportunidades en los últimos años.

La brecha salarial existe y está muy viva, no es algo reciente, que hubiera surgido con la crisis económica sino que existía antes, y es consecuencia de multitud de factores que discriminan a la mujer. Es el resultado de la mayor explotación empresarial y desigualdad laboral que sufren las mujeres tanto en la entrada, como en la trayectoria en el mercado de trabajo, que a su vez tiene vinculaciones con la desigualdad social, cultural, educativa y en las tareas de cuidados que soportan las mujeres. Desde niñas las van predisponiendo a asumir determinados roles y tareas durante toda su vida.

Para acabar con la brecha salarial hay que actuar en el origen de los factores estructurales del patriarcado y del capitalismo que determinan y fomentan la desigualdad de las mujeres.

Reconocemos que se ha legislado y mucho, pero seguramente todavía queda mucho por hacer. Por más que algunas/os insistan en negar la brecha salarial, es una evidencia pues los datos están allí. Y allí van algunos.

La ganancia media anual de las mujeres es de 20.000 euros y la de los hombres casi 26.000 euros. Esta diferencia es el resultado de una discriminación hacia las mujeres y que se refleja en una peor inserción en el empleo, con peores condiciones y menores condiciones laborales por desarrollar un trabajo de igual o similar valor. Y es que las mujeres trabajan en empleos temporales, precarios y con salarios más bajos.

El salario de las mujeres tendría que incrementarse un 30% para equipararse alde los hombres. Actualmente, el 75% de los contratos parciales están ocupados por mujeres.

En la mayoría de los casos por falta de otras oportunidades laborales como una jornada completa de 8 horas diarias y en otros casos, para realizar el cuidado de hijos e hijas, debido al alto precio de los servicios de cuidado de menores.

Un elemento que influye en la discriminación salarial de las mujeres son los complementos salariales, cobran 613 euros al mes los hombres y 427 euros al mes las mujeres (debido a que se retribuye aspectos como esfuerzo físico, toxicidad, etc y no otros como la precisión, o la resistencia, etc). O de los que son otorgados con criterios de discrecionalidad, y esto normalmente beneficia menos a las mujeres. Esto hay que corregirlo.

La menor renta salarial de las mujeres lleva aparejada además una mayor desprotección social, menores prestaciones por desempleo y jubilación.

La desigualdad de la mujer se puede superar, desde la actuación integral sobre una pluralidad de cuestiones, y debe ser una prioridad absoluta de las instituciones y de las organizaciones. Hay que tomar medidas y acciones, anteriores a la entrada en el mercado de trabajo y también durante, porque la brecha de género es la consecuencia económica de un conjunto de disriminaciones hacia la mujer que comienza en la infancia y continua a lo largo de la vida. Continúan existiendo prejuicios, segregación académica, dificultades en el empleo, y para la corresponsabilidad…, constituyendo todo esto una injusticia estructural que depara una vida de pobreza a las mujeres y un factor importante de quiebra democrática.

Hay que trabajar desde el origen de la desigualdad para eliminarla. Acabar con la segregación en la educación y en la orientación profesional. Impulsar principios de la igualdad de género desde el sistema educativo. Una mayor inversión en servicios públicos --en particular cuidados y dependencia-- por supuesto romper con la dinámica de contratación temporal y precaria. Incluir en la negociación colectiva cláusulas de acción positiva para la promoción y formación de las mujeres. Hacer cumplir la obligatoriedad de negociar planes de igualdad y medidas de igualdad en las empresas e iniciar un proceso para poner en marcha reformas legales que garanticen la igualdad retributiva entre mujeres y hombres.

*Secretaria de igualdad y juventud de CCOO en Aragón