El nuevo trastorno bipolar de la sociedad internacional se llama Brexitmanía y tiene cara femenina. May contra Merkel. Lástima que los episodios negros de la historia nos los hagan protagonizar a las féminas. Divorcio en malos términos. Puro chantaje. May condiciona su aportación en seguridad a un pacto económico que mantenga las relaciones comerciales actuales. Parece haberse tomado más de una de esas pintas que tanto le gustan al independentista Farage, anti-europeista nato y principal responsable de hacer realidad el Brexit azuzando el fantasma de la inmigración, para luego escapar de la política cual zorro traidor. Suerte que Merkel haya respondido rotunda a la amenaza londinense al manifestar que «primero hay que arreglar los términos de la salida». Londres tendrá que pagar una media de 60.000 millones de euros para saldar su deuda y cumplir los compromisos económicos adquiridos hasta el 2021, pero también resolver la delicada cuestión comercial, el problemón del millón de británicos que viven en Europa y solventar la fractura interna que ha provocado el Brexit, con Escocia (proeuropea) y con Irlanda del Norte, que ve peligrar la paz sellada con la República de Irlanda. Sin duda, «se van a arrepentir», como asegura Juncker. Pasó en 1957 cuando no se sumaron a la CEE, montaron una estructura en paralelo que fracasó, recularon y pidieron su admisión en 1973. Aquello, esto, ya no importan. Nuestro objetivo: recuperar la esencia fundacional de la UE y afrontar las dificultades, otra vez sin los británicos. Vuelta al principio.

*Periodista y profesora de universidad