Mayday in Downing Street. SOS para el brexit. El imperio May se desdibuja. La primera ministra británica se queda sola. La dimisión de varios de sus pesos pesados: Davis, el ministro para el brexit; dos secretarios de Estado de su ministerio, los euroescépticos Baker y Braverman; y su ministro de Exteriores, Johnson, le han dejado en shock. Y es que para estos brexit maniáticos, el plan May de que Reino Unido saliera de la UE, cual Goliat de la esfera internacional, ha muerto. Lógico, ingenuos-prepotentes decimonónicos, el mundo no gira en torno a esa isla que tiempo atrás demostraba su poderío. Delirium tremens el que sufren estos dirigentes británicos para los que el brexit significa «maximizar las ventajas particulares del reino como una economía abierta, global y con las miras hacia el exterior». Salir de la Unión no iba a ser gratis, ya lo advirtieron los exsocios comunitarios. No es que May sea una mala gestora-negociadora, que lo es, ni que el proceso del brexit sea «un sueño que se esté muriendo», como apunta Johnson, es que aquel referéndum de junio de 2016 que puso en el aire el destino de muchos británicos que no tuvieron la oportunidad de votar (que hoy pasan de su orgullo patriótico y adoptan otras nacionalidades europeas para continuar su vida en Europa), nunca tuvo que producirse. El Reino Unido nunca será un país «independiente». No en la actual sociedad internacional, que impone las reglas a todos sus actores, incluido Reino Unido, que nunca podrá salirse del globo, por mucho que lo haga de la UE. H *Periodista y profesora de universidad