Noticias de sabor agridulce para la economía española, según el informe de invierno de la Comisión Europea que repasa las perspectivas de cada uno de los países de la UE. El panorama de previsiones podría resumirse así: crecimiento (alto, por encima de la media), déficit (excesivo, otro año de inclumplimiento), paro (con tendencia a decrecer, pero exorbitante), deuda pública (ascendente, por encima del 100%) y, por último, incertidumbre política.

Sobre el ritmo de crecimiento de la economía, se mantienen las perspectivas (2,8% del PIB este año y 2,5% el próximo), aún por encima de la media, pero insuficiente para generar ingresos fiscales extra que enjuguen el déficit público. Esta es la clave que imaginaba el Gobierno del PP (ahora en funciones) cuando en verano presentó con antelación los presupuestos de este año. El cuento de rosas preelectoral consistía en redactar unas cuentas sin recortes, combinadas con una relajación de la carga fiscal (que comenzó en el 2015), para no generar malestar inmediato y que ayudaran a impulsar el consumo interno. Un círculo virtuoso que funcionaría, por supuesto, siempre que el PP siguiera al frente de la nave, inspirando confianza al capital. Había que conceder otros cuatro años a Mariano Rajoy, garante de la recuperación, por muy graves que hubieran sido sus pecados..

El comisario de Asuntos Económicos, el socialista francés, Pierre Moscovici, ratificó ayer lo que ya nos dijo la UE hace unos meses: las cuentas no cuadran, el cuento de rosas no cuela, y antes del mes de abril, cuando se cierre oficialmente el ejercicio del 2015, se conminará al Gobierno entrante (si es que lo hay para entonces) a hacer ajustes adicionales (casi 9.000 millones) en el presupuesto. Una situación extremadamente delicada, según la mayoría que se acabe formando. La Comisión se mantiene neutral sobre la negociación política en curso, pero, a parte de señalar los deberes pendientes, recuerda que los inversores esperan el final del proceso para decidir qué hacen con su dinero.

Mientras, seguimos con muchas asignaturas pendientes: pocos cambios en el modelo de crecimiento, paro desorbitado, deuda pública y privada abultadísima, y un viento favorable demasiado dependiente de factores coyunturales externos: el precio del petróleo y el euro barato. Sea quien sea el futuro presidente, no lo tendrá nada fácil.