La directiva y la plantilla del Real Zaragoza cumplieron ayer con la tradición de acudir a la basílica del Pilar y a la recepción en el ayuntamiento de la capital antes del comienzo de la Liga. En la casa consistorial no pasó desapercibida la buena gana de la que hicieron gala en el tentempié que se les preparó. El jamón fue visto y no visto. Es comprensible, los actos protocolarios producen ansiedad y, además, los jugadores vienen de una larga pretemporada que abre el apetito.