Pues depende de qué España se trate, ¿no? Ayer, cuando los votos de los diputados electos determinaron el cese de Rajoy y el advenimiento de Sánchez, la bancada socialista prorrumpió en aplausos, la de Podemos entonó el ¡Sí se puede!, los de Ciudadanos torcieron el morro, los nacionalistas periféricos intercambiaron sonrisas cargadas de expectativas y en el PP hubo llanto y crujir de dientes. De inmediato, las derechas españolistas empezaron a profetizar desastres. Y las izquierdas se tentaban la ropa maravilladas de que uniendo sus votos, arrastrando a los centrífugos y aprovechando la oportunidad hubiesen podido acabar con el rajoyismo... tan fácilmente.

¿Era don Mariano un tigre de papel? Bueno, al menos podemos llegar a la conclusión de que frente al tesón, la capacidad de encaje, la lucha contracorriente y la audacia del guapo Pedro (ahora más serio, más maduro y más curtido) el todavía gran jefe del PP manifestó en el debate de la moción su blandura de fondo, su soberbia de señorito de provincias. Irse a tomar whisky durante ocho horas y después no aparecer en el Hemiciclo hasta el momento de la votación implican un desprecio a las formas y a las propias instituciones democráticas más que regular.

Ahora se da por hecho que empezará la lucha por la sucesión al frente de la vieja derechona. Puede ser una guerra larga y cruenta. Con los de Rivera, ahí al lado, segando la hierba. Eso sí, tanto el PP como Cs están listos para llevar a cabo una oposición agresiva, cruda y marrullera... por el bien de España. De su España. Aprovecharán cualquier detalle o anécdota, denunciarán el más mínimo desliz no patriótico, intentarán que los poderes fácticos entren en el boicot (menudo mosqueo se cogieron ayer los conservadores por la bajada de la prima de riesgo y el rebote de la Bolsa). Movilizarán a los obispos, a las víctimas de ETA y a la CEOE (que ya ha salido a exigir que no sean repuestos los derechos de los trabajadores). Lo de siempre.

Y a ver cómo recoloca el PP a cientos de cargos, asesores y cuñaos. Mala cosa para ellos. Muy mala.