A Iglesias, le van los tronos.

Así lo ha escenificado en su Bruselas laboral donde ha hecho por coincidir con Felipe VI y saludarle con regalito en mano: las cuatro primeras temporadas de la serie Juego de Tronos, con la que pretende aleccionar al monarca en cuáles son "las claves de la crisis política en España". Pero, no me venda motos, Pablito. Lo suyo no era cuestión de saltarse el protocolo, como ha querido dar a entender; ni de ser irreverente ante su majestad. Lo suyo no es sino una muestra más de la necesidad obscena que tiene de saciar su vanidad. Narcisismo en estado puro que le induce a no dejar pasar oportunidad que le conceda algún minuto de gloria y realizar su más anhelado sueño: sobresalir, dar que hablar y juntar líneas de periódico. Misión cumplida, profesor Iglesias. Otra cosa no, pero reconozco que es diestro en eso del pavoneo, exhibicionismo público y postureo académico. Con su capacidad para quedarse con los medios demuestra maestría en el arte de la estrategia comunicativa y el márketing político. Su meditado gesto le ha permitido matar varios pájaros de un tiro: publicitar el libro que acaba de coordinar Ganar o morir. Lecciones políticas en Juego de Tronos; hacer un guiño a su majestad como buen bufón de la corte, al tiempo que le recordaba su petición de recepción palaciega y diferenciarse del resto de compis eurodiputados de la misma cuerda (Izquierda Plural, ERC y Bildu) que optaron por dar plantón al Rey. Bravo por su escalera real, sir Iglesias.

Periodista y profesora de universidad