Podemos se ha subido al carro de los mensajes ambulantes. El partido de Pablo Iglesias acostumbraba a ser original en sus golpes de efecto. Que si la casta, que si niños en los escaños, que si coletas y rastas, que si campañas caníbales en las redes, que si estelares apariciones televisivas en formatos antes imposibles para los políticos... Sin embargo, ahora actúan -quién lo iba a decir- inspirados por los sexadores ultraconservadores de Hazte Oír. El intermedio de Wyoming también lo hizo, pero no es lo mismo ser el segundo que el tercero, ni es lo mismo ser un programa de sátira política que un partido que aspira a gobernar a los españoles. Podemos ha conseguido dos de sus objetivos: dar que hablar e intentar extender la idea de la trama corrupta que mueve los hilos del país, que hasta ahora no terminaba de calar.

Al mismo tiempo, el llamado tramabús contiene un batiburrillo de estampas que incluyen imputados, políticos que no se enteraban, expresidentes negociantes, poderosos empresarios, dirigentes que mandaban SMS a presuntos corruptos o el periodista que curiosamente sacó a la luz aquellos mensajes que ocupan el cuarto trasero del vehículo. En mi opinión, Podemos está cayendo en la confusión más absoluta, arrastrando con ellos a los espectadores. Tan pronto se manifiestan enérgicamente contra la pobreza energética como convierten los asuntos de actualidad en un tebeo móvil sobre fondo azul. Tan pronto critican los gastos superfluos del sistema como invierten su dinero en un tramabús con parada en la sede de bancos que cayeron víctimas del despilfarro. Tan pronto pasean por Madrid a una caricatura de los políticos que no saben nada como admiten en los medios que desconocen cuánto les ha costado su propio medio de transporte.

Tan pronto dicen que están preparados para gobernar como caricaturizan y tratan con frivolidad la realidad a la que se enfrentan. Iglesias ni siquiera ha conseguido aglutinar al grueso de los dirigentes de Podemos ante este tramabús, cuando en su momento sí auparon entre todos el concepto de la casta. Para colmo de males, el vehículo se les ha estropeado al segundo día. Eso han dicho, que había un problema con una válvula o algo así. El tramabús ha tenido que arrancar con retraso en dirección, entre otras paradas previstas, a la sede de la UDEF. Curiosamente, esa es la unidad policial que ha destapado las actividades de los imputados a los que pasean. No sé.

Igual lo que pretenden es que Jordi Pujol, que va retratado en un lateral junto a Luis Bárcenas, sepa por fin «qué coño es eso de la UDEF». H *Periodista