La reciente polémica en el Ayuntamiento de Zaragoza sobre la línea 2 del Tranvía se ha resuelto con un carpetazo sine die. Un aplazamiento ad calendas, o hasta el próximo presupuesto, a ver si hay algún dinerillo siquiera para partidas simbólicas, preparatorias o justificativas, un diseño, un proyecto... ¿Habría que hacer esa línea? Claro. ¿Tiene dinero la Corporación de Santisteve? Seguro que no. ¿Podría obtenerlo, negociando, planificando...? Probablemente. ¿Hay voluntad política para que Zaragoza tenga una red tranviaria, no una sola línea? No lo sé. Y, sin embargo, el transporte en la capital del Ebro está de plena y rabiosa actualidad. La apelación a la rabia no es metafórica porque los conductores de tranvías y autobús, en demanda de mejoras laborales, están que muerden con sus empresas concesionarias y con el municipio. Los conductores de automóviles también están enrabietados contra la instalación de nuevos carriles para buses/taxis y bicicletas que colapsan la circulación entre el paseo Sagasta y el paseo de Mina. Girar en la plaza de Aragón (diseño de un lunático) o en la avenida Goya (¿el mismo u otro marciano?) es jugarse el carro...

Zaragoza, como de costumbre, se debate entre las minucias, molestias o polémicas cotidianas y la ausencia de planificación. Si la línea 2 del Tranvía no se hace, ¿qué otros grandes proyectos de ciudad concurren a corto/medio plazo?

Para inspirar a nuestros munícipes y arquitectos sería recomendable la lectura de El lenguaje de las ciudades, de Deyan Sudjic (Ariel). El director del Museo del Diseño de Londres, con un amplio curriculum como director de la Bienal de Arquitectura en Venecia o la editorial Domus, reflexiona en profundidad sobre la evolución de las grandes urbes. «Roma fue la primera ciudad con más de un millón de habitantes. Costó otros 1.800 años que Londres eclipsara su tamaño A principios del XX sólo había 16 ciudades con más de un millón. Ahora hay más de 400».

Asimismo reflexiona Sudjic sobre la personalidad de las ciudades. «La identidad de una ciudad es producto de un complejo conjunto de atributos que se van acumulando a lo largo del tiempo, que sirven para definirla y que revelan quién pertenece a ella y quién no...»

El autor utiliza ejemplos como Estambul, Nueva York, El Cairo o Barcelona para analizar la evolución histórica y diseños de las grandes urbes. Interesantísimo...