De derecha a izquierda, de arriba abajo, quien más quien menos, los españoles están muy cabreados con el holandés Dijsselbloem, el guardián de las esencias fiscales de Europa, el que fijó las condiciones de los rescates de Grecia, Chipre, Portugal, Irlanda y España, el presidente del Eurogrupo que nos mira con lupa mucho antes de que Guindos le disputara el puesto. Muy cabreados porque ha dicho que los españoles se gastan el dinero en alcohol y mujeres y luego piden el rescate. Y sí, la generalización es grosera e injusta, pero como no me doy por aludida voy a echarle un capote al todavía ministro de Finanzas holandés, que ha logrado rentabilizar para las arcas públicas el rescate de los bancos de su país. Un ejemplo: ING ha devuelto los 10.000 millones y ha pagado otros 3.500 en concepto de intereses y primas. ¿Y qué información le llega a este hombre del rescate de Bankia, por poner solo un ejemplo? Pues que consejeros y directivos se gastaron 15´5 millones en todo tipo de lujurias al tiempo que los peritos del Banco de España establecían que el rescate de ese banco no se ha hecho por menos de 46.000 millones. Dijsselbloem, católico y con fama de honesto, es un economista especializado en Historia Social y Económica. Claro, para un tipo así tiene que ser cabreante que España registre los mayores niveles de pobreza y exclusión social de Europa, que seamos capaces de convivir con la mayor corrupción jamás conocida, que el despilfarro sea común en todas las instituciones y que nos sintamos ofendidos porque alguien de fuera diga que algo no funciona en España. H *Periodista