El nombramiento de un ministro de origen aragonés ha desatado reacciones diversas, desde las más afectuosas, como la del presidente del PP, Luis María Beamonte, a las más destempladas, como la del presidente de la DGA, Javier Lambán. Dijo el dirigente socialista que no espera nada de Román Escolano. Se entiende la frialdad en la reacción del socialista, no así la displicencia, pues lo que debería buscar el presidente en su papel institucional es la mayor empatía con Moncloa, y quién mejor que un zaragozano sentado en el Consejo de Ministros para corresponderla.