Ya está. Conseguido. España ocupa su peor clasificación de la historia en el índice de percepción de la corrupción, según el último informe de Transparencia Internacional (TI). Para los responsables del trabajo, las cifras son de «récord» desde el punto de vista comparativo. Nos hundimos respecto a los rivales del entorno europeo y tenemos peores registros que Emiratos Árabes, Bután, Bahamas o Uruguay. Parecía difícil, pero con los casos Púnica, Taula, Bárcenas, ERE, Auditorio, Gürtel, 3%, Nóos, Palau, Bankia y otros cuantos más en el equipo titular, estaba claro que este campeonato no se nos escapaba. ¡Uff! ¡Qué dominio!. Mejor esto que ganar Eurovisión incluso.

Y es que ya solo queda tomarse a broma lo que visto desde su perfil más serio solo produce hastío, desolación y algo de ira. Más aún cuando en medio del barullo político-mediático escuchas al presidente Rajoy decir sin ruborizarse que «se están juzgando acontecimientos de hace mucho» o lees que en los últimos años solo se han convocado el 20% de las plazas judiciales convocadas de periodos anteriores, lo que nos mantiene a la cola de jueces por habitante.

España es el tercer país de la UE donde es más baja la percepción de la independencia de la justicia por parte de los ciudadanos, según la Comisión Europea, dato que no sorprende precisamente cuando ves al Gobierno del PP purgar a unos cuantos fiscales especialmente duros con la corrupción. Uno de ellos, Manuel López Bernal, ha dejado de morderse la lengua para denunciar desde Murcia, donde cada vez huele peor en torno a su presidente autonómico, «presiones» y «desprotección».

Para colmo asistimos al flagrante incumplimiento de los pactos de investidura con Ciudadanos, sin tramitar las medidas de regeneración explicitadas, ni en lo general ni en lo claramente concreto. El PP se jacta de haber firmado el acuerdo sobre papel de váter y se ríe en la cara de un Albert Rivera que llegó a la política desnudándose para los carteles electorales y a quien años después parece que le cuesta entender lo difícil que es dar un paso al frente si llevas los pantalones en los tobillos.

Lo peor de este escarnio sin fin que nos rodea nos lo recuerda la propia TI al concluir que corrupción y desigualdad social se refuerzan recíprocamente (ojo porque el 13,1% de los trabajadores están ya en riesgo de pobreza). Son competiciones paralelas; en cuanto destacas en la primera te conviertes en un crack en la segunda. Como un gran campeón... de la vergüenza H *Periodista