Hace ya días del show de Soraya Sáenz de Santamaría en el que actuó de antropófaga emocional (buscad en google Soraya se pone sentimental). Yo necesito apostillar esa intervención porque sin la postilla, las heridas siguen sangrando. Lo que ella dijo y mi interpretación de lo dicho.

Este convenio recoge el derecho a una vivienda justa (Soraya justiciera), a precio equitativo (cada uno tiene lo que se merece), pero sobre todo, recoge algo que psicológicamente es más importante, el derecho a fracasar (en un país con casi seis millones de personas en situación de desempleo, está claro que la culpa es nuestra por haber fracasado por encima de nuestras posibilidades, el sistema no tiene nada que ver), el derecho en un momento a hacer una inversión equivocada (la compra de vivienda es una pulsión humana de las personas humanas españolas, una tradición de la cultura innata de nuestra sociedad como lo es la Semana Santa, los toros, o que Ana Blanco presente el informativo. El poder no ha tenido nada que ver en azuzar ciertas costumbres). El derecho, a lo mejor, a perder un sueldo (yo pensaba que lo que hacía el capitalismo era desposeernos de derechos pero no, nos los amplía; derecho al trabajo y a perderlo, a la vivienda y a que nos echen de casa, derecho a fracasar...), pero no a haber perdido una vida (para Soraya, la clase trabajadora debemos ser como Mario Bros y vamos perdiendo vidas mientras pasamos pantallas), (...). Muchos de los que estamos aquí (no intentamos cambiar vuestras situaciones porque para que seamos ricos tenéis que ser pobres. Pero os hacemos un rastrillo benéfico para que comprobéis nuestra humanidad) cuando nos levantamos por la mañana pensamos lo difícil que tiene que ser tener un niño menor de tres años, una de las condiciones para acceder a este convenio (un convenio justo donde los haya, con un niño de 3 años encajas en sus condiciones de vulnerabilidad, si tu hijo tiene más edad, no entras. ¡Que se jodan!, que diría aquella), y quedarte en el paro. Y lo fuerte que tiene que ser, cualquiera de esas personas, para sobreponerse a eso y decir, voy a seguir adelante (Soraya coach personal). (-) Hay pocas veces en que un gobierno puede ponerse sentimental, yo no lo voy a hacer, alguno dirá ¡pues se ha puesto!, me he puesto, sí, sí porque esto nos puede pasar a cualquiera (el sentimentalismo es a la sensibilidad, lo que la caridad a la justicia social) (-) esto es el mejor ejemplo de que una sociedad solidaria es capaz de ponerse en la piel de todos los que lo han padecido sin ser responsable de ello (el gobierno se apiada de los fracasados pero nunca tiene responsabilidad en sus fracasos) (-).

Soraya me removió los adentros como si se hubiera puesto a hacer punto de cruz con mis intestinos. El sentimentalismo vacío habla con palabras que nos levantan la piel, juega a tocarnos las vísceras, a acariciarnos con estropajos. Envuelve la violencia en papel de regalo. Podría pedirse al menos algo de pudor para evitar la empatía impostada y la emoción edulcorada. Devoradnos, pero no esperéis que bendigamos la mesa.

Activista cultural