Elección: capacidad de elegir. En un sentido político esa capacidad es la que tiene el ciudadano para designar a quienes desean que les representen, lo que significa que la libertad que disponemos para llevar a cabo dicha elección no tiene, bajo ningún concepto, oráculos ni interpretadores. Lo que sí es posible es la conjunción de grupos de electos para aunar a mayor número de representados. Establecido esto, debemos y considero necesario que se realicen reflexiones sobre cómo la voluntad de los ciudadanos ha sido conducida hasta el punto de tomar estos las decisiones que han resultado y que ahora nos preocupan pues los representantes deben ser capaces de decidir qué hacer con el legado recibido.

El primero de los mandamientos que tienen que darse los representantes elegidos, es que son eso y no otra cosa y por lo tanto deben tener grabado a fuego, que es el ciudadano el único objeto de su bien representar, que no gozan de ninguna libertad para derivar sus acciones hacia diferentes fines.

LO SIGUIENTE es que, a partir de ese papel que deben jugar por un periodo de cuatro años, todos los ciudadanos son iguales y la capacidad de elegir que han tenido no los marca a ellos para el resto de sus días y por tanto la fórmula de representación deben universalizarla los elegidos.

Por último y como se ha dicho hasta la saciedad, los unos y los otros, la transparencia. La sinceridad y el esfuerzo en el trabajo es lo que se les exige y no lo que ofrecen, pues nunca se ha visto que a cualquier ciudadano cuando entra a trabajar en una empresa, se le pregunte o él presente como valor las peculiaridades enunciadas en este punto y es que eso se entiende que todo el mundo lo tiene y si ahora lo hemos hecho como un valor singular, significa que se ha vivido en una sociedad, como un poco enferma.

Bien, entendidos los papeles de todos los actores, seamos capaces de llevarlos a cabo, con las mínimas variaciones posibles y podremos de esta forma, llegar al final de la obra entre aplausos y ningún abucheo, así lograremos conseguir que los ciudadanos en su capacidad de elegir, lo hagan basándose en criterios y matices ideológicos, no como sistema de castigo y por supuesto, en la creencia de que un acto va encaminado a conseguir una sociedad mejor, más libre y dispuesta a crear futuro y no en la consideración de que lo que está haciendo ese día es elegir el mal menor.

POSDATA. El pasado día 30 de mayo, tuvo lugar la final de la Copa del Rey, que se celebró en Barcelona y cuya única definición que se ajusta es la de acto deportivo, pues bien, con ocasión de dar a dicho evento una mayor categoría y oficialidad, asistió el Rey de España y sonó el himno nacional. Un gran número de asistentes silbaron y abuchearon como reivindicación independentista tomando como objeto de la misma al Rey y al himno.

Pues debo manifestarles que a quien deberían protestar es a sus clubs por participar en un torneo de España y además no asistir ellos al mismo, porque si hay que ser serio en los planteamientos que lo sean, pues de esta forma son como el dicho de "Madrid sobre la gata Flora" y lo único que demuestran es que les falta coherencia y les sobra cretinez. Y por cierto, ya que le parecía tan gracioso al señor president, que aprenda a sonreír, pues vaya cara absurda que se le pone.

Presidente de Aragonex