Zaragoza celebra hoy su día grande con grandes expectativas depositadas en el futuro inmediato y con algunos interrogantes sin resolver. Si hace justo un año la ilusión de los zaragozanos era lograr en París la designación como sede de la Exposición Internacional del 2008, ahora el objetivo es aprovechar al máximo esa designación obtenida hace diez meses. La hora de Zaragoza ha llegado y los proyectos de transformación están a punto. Pero para exprimir al máximo sus posibilidades no sólo es necesaria la intervención pública con inversiones millonarias. El cambio en la fisonomía de la ciudad en los próximos años será indudable, con más y mejores edificios y espacios de uso público. Ahora bien, aprovechar el verdadero influjo de la Expo requiere de ideas que impliquen a la sociedad civil y coloquen de verdad a Zaragoza en buena posición dentro del mercado de ciudades europeas. Además de organizar un evento internacional, Zaragoza será sede del secretariado de la ONU en la década del Agua. Ese es el ejemplo a seguir. La capital aragonesa ha de aspirar necesariamente a buscar una marca, un signo de identidad y de apuesta estratégica. Y el agua, en una ciudad con tres ríos y un canal, debe ser ese diferencial.