La Carta de Zaragoza será, con el tiempo, el legado más trascendental que haya dejado la Expo 2008. El Gobierno de España, el BIE y la Secretaría General de la ONU han recibido sus contenidos y desde sus potencialidades deberán impulsar las recomendaciones contenidas en ella: en esencia, la supervivencia del ser humano y del planeta, tales son las implicaciones que la gestión del agua conlleva. Y en ese proceso, largo y complejo, millones de personas no pueden esperar. Mientras la Carta de Zaragoza se abre camino ideológico en un mundo no siempre solidario, las necesidades de los más pobres acucian. Ese mensaje también va implícito en las recomendaciones.